
On this Fourth Sunday of ordinary time, the liturgy of the Church continues to encourage us to listen attentively to Christ. He is our teacher who speaks with authority. Unfortunately, today there are many who claim to be God’s prophets. God knew this beforehand that such false prophets will arise. So, He was clear about their fate: “Those who presume to say in my name what I have not commanded them to say, shall die” The question is, how do we know and distinguish false prophets? Matthew gives us a clue: “Beware of false prophets…You will know them by their fruits”[1]. So, this calls for vigilance, discernment and paying attention the Church´s teachings. In today’s gospel, Jesus was passionate to his people. He never deceived them or made false claims. Rather, in contrast to the scribes and Pharisees, He taught with authority. This was not based on worldly credentials, or his ability to cite precedents. His only credential was that he is the Son of God. His authority came from his father. Hence, a true prophet should rely principally on God. Therefore, it is important that we discern every prophecy and evaluate them based on the word of God in the scriptures. Whatever is against the plain sense of the scripture, or any prophesy that promotes unhealthy life style and shallow spirituality, obviously cannot be from God. As simple as this. Unfortunately, even an authentic prophet can also err. Surely, he can, when a he loses focus, and becomes very proud. When he stops listing to Christ, he begins to listen to himself. Then, in order to make up for his emptiness, he gives his own word in God’s name. Let us continue to listen to Jesus and, pay attention only to his authentic prophets who speak for God, mainly the Magisterium of the Church, and may the Psalm be a reality in our life: “O that today you listen to his voice, harden not your hearts”[2] • AE

Fr Agustin´s Schedule for the Fourth Sunday in Ordinary Time.

SATURDAY JANUARY 30, 2021
4.30 p.m. Sacrament of Confession @ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church
5.30 p.m. English Mass @ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church
SUNDAY JANUARY 31, 2021.
9.00 a.m. English Mass @ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church
11.00 a.m. English Mas @ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church
5.30 p.m. English Mas @ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church
IV Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

Jesús no fue un maestro de la ley, era más bien un predicar itinerante que, con su palabra clara, directa, auténtica, explicaba los misterios de Dios al pueblo sencillo que rápidamente comprendió la autoridad con la que hablaba. En muchos esa palabra encontró eco y así nació la fe. La palabra del Señor era ¡es! una llamada, un mensaje vivo que provoca impacto y se abre camino en el corazón de las personas. El pueblo quedaba asombrado «porque no enseña como los letrados sino con autoridad». Esta autoridad no está ligada a ningún título o poder social. No proviene tampoco de las ideas que expone o la doctrina que enseña. La fuerza de su palabra es él mismo, su persona, su espíritu, su libertad. En menos palabras: el Señor no es un vendedor de ideologías, ni un repetidor de lecciones aprendidas de antemano. Es un maestro de vida que coloca al hombre ante las cuestiones más decisivas y vitales, enseñándole a vivir. Hoy las nuevas generaciones no sólo no se encuentran con Jesús, sino que tampoco encuentran maestros de vida a quienes poder escuchar. ¿Qué autoridad pueden tener las palabras de muchos políticos, dirigentes o responsables civiles y religiosos, si no están acompañadas de un testimonio claro de honestidad y responsabilidad personal? Por otra parte, ¿qué vida pueden encontrar nuestros jóvenes en una enseñanza mutilada, que proporciona datos, cifras y códigos, pero no ofrece respuesta alguna a las cuestiones más vitales? Difícilmente ayudará a crecer a los alumnos una enseñanza reducida a información científica. Nuestra sociedad necesita profesores de existencia, hombres y mujeres que enseñen el arte de abrir los ojos, maravillarse ante la vida e interrogarse con sencillez por el sentido último de las cosas, maestros que, enamorados del Maestro y con su testimonio personal de vida, siembren inquietud, contagien vida y ayuden a hacerse preguntas. Hace tiempo A. Robin, escribía algo que debería hacernos pensar: «En nuestra sociedad se suprimirá la fe en nombre de la luz; después se suprimirá la luz. Se suprimirá el alma en nombre de la razón; después se suprimirá la razón. Se suprimirá la caridad en nombre de la justicia; después se suprimirá la justicia. Se suprimirá el espíritu de verdad en nombre del espíritu crítico; después se suprimirá el espíritu crítico»[1]. El Evangelio de Jesús, su Palabra y por ende su autoridad, no es algo superfluo e inútil para una sociedad en la que corremos estos riesgos. ¿Qué vamos a hacer para que ese evangelio, el que escuchamos domingo a domingo en la celebración de la Eucaristía, sea conocido por todos? • AE
[1] J. A. Pagola, Buenas Noticias, Navarra, 1985, p. 187 ss.
