Thirty-first Sunday in Ordinary Time

The central focus of the readings of today is on the Commandments. The law given on mount Sinai multiplied into hundreds due to interpretation. Jesus summarized the laws into two – love of God and love of neighbor. By doing this Jesus Christ simplified in a wonderful way the laws through love. In order that love may not be a burden to humanity, he tied love of God and neighbor to the love of self, this way love of self becomes the spring board of loving experience: love your neighbor as you love yourself. The scribe conformed this when he said; «To love him with all your heart, with all your understanding and strength, and to love your neighbor as yourself, this is far more important than any holocaust or sacrifice» Two realities appear in this message; love of God is possible through the love of fellow human being. Secondly, love of self is something that we do always, as such it is not alien to human beings to love with «all your heart, with all your soul, with all your mind and with all your strength». This is the exact disposition towards the self. the reality is that we have in our hands what it takes to keep the commandments – love of self. what we need is the inspiration of the Holy Spirit in order to lift our self love to accommodate the other. by doing this, we are not far from the kingdom of God • AE


Fr. Agustin’s Schedule for Thirty-first Sunday in Ordinary Time

Sunday, October 31, 2021.

12.30 p.m.  English Mass @ St. Dominic Catholic Church

3.00 p.m. Misa en Español @ St. Dominic Catholic Church


XXXI Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

A Jesús le hicieron muchas preguntas, y es que la gente lo veía como un maestro que enseñaba a vivir de manera sabia. La pregunta que recoge el pasaje del evangelio de este domingo, el trigésimo primero detro del tiempo ordinario, la hace un hace uno de los escribas. Lo que él pregunta les preocupaba a muchos: ¿Qué mandamiento es el primero de todos? es decir ¿Qué es lo primero que hay que hacer en la vida para acertar? Jesús le responde con unas palabras que, tanto el escriba como él mismo, han pronunciado esa misma mañana al recitar el Shemá»: «Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser». Esto es lo primero y decisivo. A continuación, Jesús añade algo que nadie le ha preguntado: «El segundo mandamiento es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Ésta es la síntesis de la vida. De estos dos mandatos depende todo: la religión, la moral, el acierto en la existencia. El amor no está en el mismo plano que otros deberes. No es una «norma» más, perdida entre otras normas más o menos importantes. «Amar» es la única forma sana de vivir ante Dios y ante las personas. Si en la política o en la religión, en la vida social o en el comportamiento individual, hay algo que no se deduce del amor o va contra él, no sirve para construir una vida humana. Sin amor no hay progreso. Se puede vaciar de Dios la política y decir que basta pensar en el prójimo. Se puede vaciar del prójimo la religión y decir que lo decisivo es servir a Dios. Para Jesús Dios y prójimo son inseparables. No es posible amar a Dios y desentenderse del hermano. El riesgo de distorsionar la vida desde una religión egoísta es siempre grande. Por eso es tan necesario recordar este mensaje esencial de Jesús. No hay un ámbito sagrado en el que nos podamos ver a solas con Dios, ignorando a los demás. No es posible adorar a Dios en el fondo del alma y vivir olvidado de los que sufren. El amor a Dios, Padre de todos, que excluye al prójimo se reduce a mentira. En menos palabras: lo que va contra el amor, va contra Dios • AE