Thirteenth Sunday of Ordinary Time (Cycle C)

Today’s gospel begins, “When the days for Jesus’ being taken up were fulfilled, he resolutely determined to journey to Jerusalem.” The actual words used is that Jesus resolutely set his face to go to Jerusalem. Some translations used to say, “He set his face like flint,” From this point on the Gospel of Luke is a journey narrative with the goal, Jerusalem, always in sight. For it is in Jerusalem that Jesus would suffer, die and rise again. He would be taken up, up to Calvary, up from the grave, up to heaven. Nothing was going to get in Jesus’ way. He was determined to complete the work of the Father. He was determined to initiate the Kingdom of God. If the Samaritans didn’t want to join in, so be it. That would not stop him. Nor was he going to let James and John slow him down with their desire to show that they could share in his power and call down fire and brimstone on the Samaritans. Jesus rebuked them and then went on to the next stop, the next village on the journey to Jerusalem. Some people wanted to join Jesus. He told them that the journey would be vigorous. He is saying that this journey will not be easy. We also need to journey with the Lord, and we cannot allow anything to destroy our focus on the goal, the Kingdom of God. That means we have to be determined to fight off the pressure we have from those around us. We need to firm ourselves up and resolutely set our faces to follow the Lord. We can do all that God wants of us in our lives, but we have to be determined, we have to set our faces like flint and look towards the ultimate goal of our lives, service of God. When it comes to living our Christianity, we have to resolutely set our faces to go to heaven • AE


Thirteenth Sunday of Ordinary Time @ St. Dominic Catholic Church

Saturday June 25, 2022

5.30 p.m.  Holy Mass (English Mass @ Main Church)

Sunday June 26, 2022

7.30 a.m. Holy Mass (English Mass @ Main Church)

10.00 a.m. Holy Mass (English Mass @ Main Church)

12.30 p.m. Holy Mass (English Mass @ Main Church)

3.00 p.m. Holy Mass (Misa en Español @ Main Church)


XIII Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo C)

El Señor no aceptó ninguna forma de violencia. Al contrario, la quiso eliminar de raíz. No hay duda alguna. Lo han proclamado siempre los cristianos y lo afirma rotundamente la investigación actual. La no violencia es uno de los rasgos esenciales de la actuación y del mensaje de Jesús. En el relato de Lucas, Jesús reacciona enérgicamente y reprende a sus discípulos porque desean que «el fuego del cielo» destruya a los odiados samaritanos que no los han acogido. Sin embargo, sorprendentemente, esta no violencia de Jesús no ha sido considerada normativa ni relevante para el cristianismo. A lo largo de los siglos, los cristianos la han considerado como algo desconectado de la fe o del comportamiento cristiano. Se ha llegado incluso a bendecir guerras, cruzadas y posiciones militaristas, sin tener conciencia de ir contra algo esencial de la fe cristiana. ¿Dónde está la raíz de esta contradicción? Hay quien dice que el cristianismo sigue atrapado por la idea del Dios violento de la Biblia, sin atreverse a seguir a Jesús. Se conoce y se admira la no violencia del Maestro de Galilea, pero en la conciencia social de los pueblos «cristianos» sigue vivo y operante el arquetipo de un Dios justiciero y castigador que se impone a todos porque tiene más fuerza que nadie. Es este Dios el que nos lleva una y otra vez a la guerra. Si algo quiso Jesús fue arrancar de las conciencias la imagen de un Dios violento. Sus gestos, sus palabras, su vida entera revelan a un Dios Padre que no se impone nunca por la violencia. Para Jesús, acoger el Reino de Dios significa precisamente eliminar toda forma de violencia entre los individuos y entre los pueblos. Su mensaje es siempre el mismo: «Dios es un Padre que está cerca. Sólo quiere una vida más digna y dichosa para todos. Cambiad vuestra manera de pensar y de actuar, y creed en esta Buena Noticia». La fe de Jesús no ha logrado todavía cambiar la inclinación humana al recurso a la violencia. Quienes dominan el mundo sólo parecen entender el lenguaje de la guerra. Piensan «imponer la justicia» actuando a imagen del Dios violento del Antiguo Testamento. Hay que cambiar y creer en el Dios de Jesús. No es absurdo intentar caminos no violentos. Lo absurdo es que haya todavía alguien que siga creyendo en la guerra a pesar de tantos siglos de su bárbara inutilidad • AE