Third Sunday of Advent (Gaudete Sunday-Cycle A)

Giovanni di Paolo, Saint John the Baptist in Prison Visited by Two Disciples (1455), oil on canvas, Art Institute of Chicago

Even in the prison of Machaerus, where he’s locked up by Antipas, news of Jesus reaches John the Baptist. What he hears is really…disturbing, or at least confusing; it doesn’t respond to his expectations. He awaits a Messiah who prevails with the terrible power of God’s judgment, saving those who welcomed his baptism, and condemning those who have rejected it. So, who is this Jesus? To resolve his doubts, he charges two of his disciples to ask Jesus about his true identity: «Are you the one who is to come or are we to expect someone else? » This question was crucial in the first days of Christianity. Jesus’ answer is very concrete and precise: tell John «What you hear and see». They’re asking him about his identity, and Jesus answers them with his healing action serving the sick, the poor, and the unfortunate who he meets throughout the villages of Galilee, without resources or hope for a better life: «The blind see again, and the lame walk, those suffering from virulent skin-diseases are cleansed, and the deaf hear, the dead are raised to life and the good news is proclaimed to the poor». So, in order to get to know Jesus better, we have to see to whom He is dedicated. In order to capture well his identity, it’s not enough to confess theoretically that he is the Messiah, the Son of God. It’s necessary to focus on his way of being Messiah, that means relieving suffering, healing life and opening up a horizon of hope for the poor. Jesus knows that his answer can disappoint those who dream of a powerful Messiah. That’s why he adds: «Blessed is anyone who does not find me a cause of falling». So, let no one wait for another Messiah doing any other kinds of works; let no one invent another Christ more to our liking, since the Son has been sent to make life more dignified and happier for everyone. What kind of Messiah do we Christians, Catholic people follow today? Do we dedicate ourselves to do the works that Jesus did? And if we do not do them, what are we doing in the midst of our world? What do people see and hear in Jesus’ Church? What do they see in our particular lives? What do they hear in our words? As you can see, this morning we have many and serious questions for our prayer and coffee time (both) with the Lord • AE

Gaudete in Domino semper: iterum dico, gaudete!

Rejoice greatly, O daughter of Zion,

shout, O daughter of Jerusalem,

behold, thy King cometh unto thee.

He is the righteous Saviour,

and He shall speak peace unto the heathen.

Rejoice greatly, O daughter of Zion,

shout, O daughter of Jerusalem,

behold, thy King cometh unto thee.

The “daughter of Zion” is mentioned several times in the Old Testament, usually in prophecy and once in poetry. “Zion” meant Jerusalem and, later, Israel as the people of God. “Daughter of Zion,” then, does not refer to a specific person. It’s a metaphor for Israel and the loving, caring, patient relationship God has with His chosen people.


Fr. Agustin´s Schedule for Third Sunday of Advent (Gaudete Sunday)

Saturday, December 10, 2022

Sacrament of Baptism for Francis Anthony Canada @ 10.00 a.m. (Main Church)

Sacrament of Reconciliation @ 3.00 p.m. (Confessional)

Sunday, December 11, 2022

12.00 p.m. Holy Mass @ Main Church

3.00 p.m. Santa Misa en Español @ Main Church


III Domingo de Adviento (Ciclo A)

Francisco de Goya, El entierro de la sardina (1812-1819), óleo sobre tela, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, (Madrid)

Chesterton pone en boca de sus mejores personajes, el Padre Brown, una frase que siempre me ha gustado mucho: “La alegría es el gigantesco secreto del cristiano»[1]. Sí: nuestra fe cristiana es una gran fuente  de alegría. Verdad vieja. Tan vieja como las cartas de S. Ignacio de Antioquia, que incluso cuando ya se sabía trigo de Cristo, se dirigía a sus fieles deseándoles «muchísima alegría”[2]. En el mundo también hay alegría, es cierto; pero una alegría que dura poco. Alegría como de diversiones estúpidas. La fuente de nuestra perenne alegría debe brotar más hondo: la alegría viene de un fondo de serenidad que hay en el alma. El motivo de nuestra alegría es porque Dios está cerca y porque viene a nosotros como Salvador, como Libertador. Ahí está la raíz de nuestra alegría, en que hemos sido rescatados del poder del pecado e invitados al recibir constantemente la gracia. En que Dios se ha hecho de nuestra carne y de nuestra sangre. En que su Madre es también madre nuestra y su vida es nuestra vida. En que somos pequeños y miserables, y llenos de defectos, para que en nosotros resplandezca el poder y la misericordia de Dios. Este domingo, el tercero de Adviento al que la Iglesia lo llama Gaudete[3], volvemos a ir la voz del Bautista, de ese hombre cuy vida áspera y dura está comprendida humanamente por dos soledades: la soledad del desierto y la soledad de la prisión, pero al mismo tiempo se apoya en momentos de júbilo y de alegría. Dijo su madre Isabel: “Apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo saltó de gozo el niño en mi seno”[4]. Estamos en el corazón del Adviento. El mensaje de la Palabra es optimista. El Señor nos invita a estar alegres, pero alegres . Él quiere cambiar nuestro corazón. Él nos anima a trabajar para transformar nuestra vida y nuestra sociedad. En efecto, el Señor está cerca, el Señor está entre nosotros. No podemos aceptar las cosas tal como son. Debemos ser portadores de la Buena Noticia, de la alegría y de la esperanza • AE

[1] Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), más conocido como G. K. Chesterton, fue un escritor y periodista británico de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes. Se han referido a él como el «príncipe de las paradojas».

[2] Ignacio de Antioquía es uno de los padres de la Iglesia y, más concretamente, uno de los padres apostólicos por su cercanía cronológica con el tiempo de los apóstoles. Es autor de siete cartas que redactó en el transcurso de unas pocas semanas, mientras era conducido desde Siria a Roma para ser ejecutado. El descubrimiento y la identificación de las cartas de Ignacio se produjeron a lo largo de los siglos XVI y XVII, tras un arduo y polémico proceso. La temática «procatólica» de las cartas soliviantó los ánimos de teólogos protestantes como Juan Calvino, que las impugnaron enérgicamente. La polémica entre católicos y protestantes continuó hasta el siglo XIX, en que se alcanzó un consenso sobre cuántas cartas, cuáles y en qué medida fueron escritas realmente por Ignacio. Desde entonces, la opinión mayoritaria, pero no indiscutida, es que Ignacio escribió cartas a las comunidades cristianas de Éfeso, Magnesia del Meandro, Trales, Roma, Filadelfia y Esmirna, además de una carta personal al obispo Policarpo de Esmirna.

[3] En latín Gaudete quiere decir «regocijaos», «alégrense», «estad alegres». Se define así a este día por ser Gaudete la primera palabra que se menciona en la celebración litúrgica, específicamente en el introito. El uso del término deriva de un pasaje de la Epístola a los filipenses.

[4] Lc 1, 44.