Sixth Sunday in Ordinary Time (Cycle A)

Wilhelm Hammershøi, Rest (1905), oil on canvas, Musee d´Orsay (Paris)

Today’s gospel has provoked much debate among biblical scholars about what Christ meant when he says: “I have not to come to abolish the Law; but to fulfil it.” Jesus is right when he says this. The Old Testament stands firm, fulfilled and has reached its perfection in Christ. The Greek word for “fulfill” is “pleroo.” It also means “to full” or “to complete.” In light of today’s gospel, it means to fulfill what was predicted in the Old Testament. Christ fulfilled the Law (Torah) through the sacrifice of himself. Therefore, He is now the fullness of the Law. To obey him, is to obey the Law. Therefore, Christ’s treaty is against the hypocrisy of the Pharisees and the Sadducees of this present age who interpret the law falsely to the detriment of the people. It is a treaty against fake prophets, and teachers who falsely declare, “thus says the Lord,” in order to intimidate and exploit people. It is a treaty against those make life difficult for others in God’s name, while they have no regard for the law of Christ. Finally, it is a treaty against the Pharisees of our time who pay much attention to the letters of the law but neglect the Spirit of the Law. The Lord came that we might have life and have it in full. He came that we might be free. He is the fullness of the Law and life. To obey him is to have life and happiness in full. Our quiet prayer today could be a deep, honest examination of conscience, asking ourselves what our position is before the Law of God, obedience? arrogance? ignorance? humility? May the Spirit of God give us a little of his light to understand better! • AE


SOME READINGS


Fr. Agustin´s Schedule for the Sixth Sunday in Ordinary Time

St. Dominic Catholic Church

Saturday, February 11, 2023

10.00 a.m. Sacrament of Baptism for Sergio David Maiorano @ Our Lady of Grace Catholic Church

3.30 p.m. Sacrament of Reconciliation (Confessional)

Sunday, February 12, 2023

12.30 p.m. Holy Mass

3.00 p.m. Holy Mass (en Español)


VI Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A)

J. González Bande, El camino de la gloria artística (1855), óleo sobre lienzo, Museo Nacional del Prado (Madrid)

Los judíos de la época del Señor con frecuencia hablaban con orgullo de la Ley de Moisés. Era el mejor regalo que habían recibido de su Dios. En todas las sinagogas la guardaban con veneración en un lugar especial. En esa Ley podían encontrar cuanto necesitaban para ser fieles a Dios. Jesús, sin embargo, no vive centrado en la Ley. No se dedica a estudiarla ni a explicarla a sus discípulos. No se le ve nunca preocupado por observarla de manera, digamos, escrupulosa. Ciertamente, no invita a nadie a ir en contra de la ley, pero ésta no ocupa ya un lugar central en su corazón. Jesús busca la voluntad del Dios desde otro punto de vista. El Dios de Jesús es un Dios que trata de abrirse camino entre los hombres para construir con ellos un mundo más justo y fraterno. Esto lo cambia todo. Así la ley no es ya lo decisivo para saber qué espera Dios de nosotros. Lo primero es buscar el reino y su justicia». Los fariseos y letrados se preocupan de observar rigurosamente las leyes, pero descuidan el amor y la justicia. Jesús se esfuerza por introducir en sus seguidores otro espíritu: «si vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de Dios». Hay que superar el legalismo que se contenta con el cumplimiento literal de leyes y normas. Cuando se busca la voluntad del Padre con la pasión con que la busca Jesús, se va siempre más allá de lo que dicen las leyes. Para caminar hacia ese mundo más humano que Dios quiere para todos, lo importante no es contar con personas observantes de leyes, sino con hombres y mujeres que se parezcan a él. Aquel que no mata, cumple la Ley, ciertamente, pero si no arranca de su corazón la agresividad hacia su hermano, no se parece a Dios. Aquel que no comete adulterio, cumple la Ley, pero si desea egoístamente la esposa de su hermano, no se asemeja a Dios. En estas personas reina la Ley, pero no Dios; son observantes, pero no saben amar; viven correctamente, pero no construirán un mundo más humano. Hemos de escuchar bien las palabras de Jesús: «No he venido a abolir la Ley y los profetas, sino a dar plenitud». No ha venido a echar por tierra el patrimonio legal y religioso del Antiguo Testamento. Ha venido a dar plenitud, a ensanchar el horizonte del comportamiento humano, a liberar la vida de los peligros del legalismo. Nuestra fe cristiana será más fuerte y sólida cuando aprendamos a vivir las leyes, normas, preceptos y tradiciones como los vivía Jesús: buscando ese mundo más justo y fraterno que quiere el Padre • AE


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