Holy Thursday of the Lord’s Supper (2023)

Anonymous Bulgarian artist, icon with the Washing of the Feet (18th century), The Temple Gallery (London)

Love and do as you will, love and do what you will. This comes from St. Augustine of Hippo and, of course, It is often misinterpreted. When St. Augustine said, “Love and do as you will,” he meant that we need to be so fully united in love with God, that no matter what we were to do, it would be an expression of our love for God. Jesus loved and did what He willed. He was so united with God His Father and our Father, that His actions gave us a glimpse, only a glimpse mind you, but a glimpse of the depth of His love. He washed the feet of His disciples. He loved His Father so closely, that He humbled Himself to serve those whom His Father had chosen to spread His Kingdom. He emptied Himself. A slave could not be forced to wash someone’s feet. That was an action so despicable that a master could not require his slave to wash his feet. But Jesus washed the feet of His disciples. It was an expression of His love for the Father. It was a message to His disciples. Jesus would empty Himself for them, for mankind. He would accept the humiliation of the cross, for that act of service would restore life to God’s loved ones. He told his disciples to do what He had done. We are called to love God with our whole heart, our whole mind and our whole soul. We are called to serve others not just as a humanitarian act, not just to better the world, but to serve the presence of God in those whom He created in His Image and Likeness. Many people ask, as Judas asked, “What’s in it for me?” Many people will only do that which gives them gratification. Jesus was not concerned with that. He was not concerned with what was in it for Him. He was only concerned with loving His Father. If we are concerned with our love for God, then our actions will be an expression of this love. United in love, we are compelled to give ourselves for others. The Mandatum is a mandate to love. So, today, Holy Thursday of the Lord’s Supper, we pray tonight for the faith and the courage to love and do as we will • AE


Music for Holy Thursday

Jesus, My Lord, My God, My All!


Jueves Santo de la Cena del Señor (2023)

W. Blake, Judas Betray Him (1803), tinta, acuarela y carbón sobre papel, Tate Museum (Londres)

El Jueves Santo es el día de las dos entregas, el día de los dos besos. Una es la entrega de Judas. La traición y el beso hipócrita, detrás hay unas monedas, un dinero, unas ganancias. La otra entrega es la de Jesús: él no vende a nadie; se da él mismo; él no busca el interés, ni el dinero, ni la ganancia, sino la vida para sus amigos, el testimonio que les dará fuerza y ánimo para seguir sus pasos, la ratificación, con su carne y su sangre de que sus palabras no son sólo palabras, ni utopías, ni ilusiones, sino realidades tan auténticas y tan serias que, por ellas, se puede pagar un precio tan caro como el dar la propia vida. Y así, en ese gesto de amor que se teje sobre el pan y el vino Jesús se queda para siempre, para que nunca nos sintamos solos ni desamparados en medio del duro combate de la vida. Frente a uno que vende –que le vende a él por unas pocas monedas- Jesús se da; se quiere quedar para siempre con los suyos y de hecho se queda. Vender o darse; el interés o el ofrecimiento; esa es la gran disyuntiva con la que nos enfrentamos todos los días; necesitamos saber cuál de los dos papeles queremos representar. Aquí no hay gris. O es blanco o es negro. ¿En lugar de quién nos ponemos? ¿Estamos del lado del encarcelado, del drogadicto, de la madre soltera, del homosexual, de la prostituta? ¿Miramos con compasión al inmigrante, al que espera asilo político? Si ante la imagen de Jesús dándose a los hombres que vemos hoy en el evangelio no nos tomamos en serio nuestra conversión, si ante este Jesús que se entrega somos incapaces de ponernos en su lugar, habrá que pensar que nuestro corazón se ha endurecido. Porque el evangelio de hoy no es una parábola más, o un milagro más, o una reflexión, es Jesús mismo dándose a los hombres y dejándonos bien claro lo que espera de nosotros –cristianos- al marcharse • AE


Música para el Jueves Santo

ADORO TE DEVOTE LATENS DEITAS

(TE ADORO CON DEVOCION, DIOS ESCONDIDO)


El Pelicano Eucarístico

Pie pellicane, Iesu Domine, Me immundum munda tuo sanguine. Cuius una stilla salvum facere Totum mundum quit ab omni scelere (Adoro te devote, Santo Tomás de Aquino).

Los primeros cristianos vivían en medio de una sociedad pagana y hostil. Los perseguían, los encarcelaban y se los condenaban al destierro o a la muerte. Como no podían profesar abiertamente su fe, se valían de símbolos que pintaban en los muros de las catacumbas y, con mayor frecuencia, grababan en las lápidas de mármol que cerraban las tumbas; era una forma de decir que ahí se encontraba un cristiano.

El pelícano es un animal poco estético y si se lo compara con la fuerza y la agilidad de un águila o un león, por ejemplo, hasta puede parecer ridículo. Pero la comparación con Jesucristo que hicieron los primeros cristianos, no se basaba en esos primeros aspectos, si no en la belleza y la nobleza de su corazón: Cuando sus crías nacen, los pelícanos, al igual que todos los animales, tienen que buscar comida para alimentarles. Antiguamente se creía que si el pelícano adulto no encontraba comida para sus crías, en vez de abandonarlas, les daba de comer de su propia carne. De esta forma, la gran ave se abría el pecho con su pico para alimentar a sus crías con su sangre y con trozos de su propio cuerpo. Ellos comprendían que sacrificaba su vida para que sus hijos pudieran vivir. He ahí la gran similitud con Cristo que ofreció su Cuerpo y su Sangre para la salvación del hombre. Al igual que las crías del pelícano no podrían vivir sin la carne que se les da, así también nuestra alma no podría vivir sin el alimento de la Eucaristía. Tiempo después, se supo que el pelícano tenía bajo el pico una especie de bolsa, donde colocaba los pescados. Cuando regresaba a su nido, apoyaba enérgicamente el pico contra el pecho para sacar las provisiones de comida para sus crías. Los antiguos, al observar este procedimiento imaginaron que el ave se lastimaba a sí misma para alimentar los pequeños pelícanos hambrientos. De todas formas, es una hermosa imagen de lo que significa la Eucaristía para los católicos y aún hoy es un símbolo cristiano muy fuerte, símbolo de piedad y sacrificio, la más alta expresión del amor humano y divino • AE


Deja un comentario