Anonymous Artist, The Incredulity of Saint Thomas, 15th century, Tempera on wood. Avila Cathedral, Avila, (Spain.)
The Second Sunday of Easter every year has the same Gospel: we usually call it the Gospel of Doubting Thomas. It is embarrassing to doubt. It is also human. We are all embarrassed when we go to Church and while we are there some thoughts fly through our mind, and we begin to doubt God’s very existence. We feel embarrassed because here we are before God, and yet we are still questioning Him. It is embarrassing, but it is also human to doubt. We will always doubt until the day we know, and that knowledge comes after the conclusion of our lives, when we see God face to face.
Let´s consider Thomas’ doubts. What if you or I were part of that intimate group Jesus called, but, like Thomas, were not in the room when Jesus first appeared to them after the resurrection. Would we have believed that bumbling fisherman, Peter, those scheming brothers, James and John, that former tax collector and thief, Matthew, that political nutcase, Simon the Zealot, or any of those guys? Probably not! For one thing, these same people, commoners all, believed that they would soon be princes in a new Kingdom. They were delusional. That was Thomas’s mistake. He could not get beyond the humanity of the other disciples. He was not considering that they were only saying what Jesus had said would happen: Jesus had said that He would die and rise again. If Thomas had believed the other disciples, he would have been able to see through their superficiality to the fact that Jesus had also picked them to establish the Kingdom of God. If he had not been held back by their humanity, he would have believed what they had to say about Jesus’ Divinity. So often we do the same thing. We miss the presence of Christ in others because all we can see is the mistakes they have made and not the good they are doing. Sometimes children and Teens do this when they consider their parents. A child or Teen might say, “How can Mom and Dad be so right about Jesus when they are so wrong about some other things? They lose their tempers, don’t behave like they tell us to behave, etc.” Sometimes parents do the same thing to their children. “How can he or she be so holy and demand to be allowed to come to Church, when we have had to put up with so many outbursts and tantrums?” All of us follow Thomas worst inclination: Thomas doubted because he could not get beyond the humanity of the others to see their pointing to Divinity among them. We need to stop focusing in on ourselves, and our mistakes and realize that God loves us as we are, frail human beings who need Him so much. God loves me unconditionally. God forgives me. God is with me. I can cross from doubt to faith when I reflect on the tremendous love that God has for me as I am, a frail human who trusts himself even less than he trusts others. It is not easy to take the step, the leap really, and trust in ourselves, trust in others and, ultimately, trust in God. When we are feeling remarkably human and are full of doubts, we need to say along with the man in the Gospel of Mark, “I do believe Lord, help me get over those parts of me that don’t believe.” And then we need to simply trust in our Father and leap into the loving arms of Divine Mercy • AE
Fr Agustin´s Schedule for the Second Sunday of Easter
Saturday April 15, 2023
9.00 a.m. Spiritual Retreat for CCD Children of St. Dominic Catholic Church (Main church)
3.30 p.m. Sacrament of Reconciliation (Confessional)
5.00 p.m. Holy Mass
Sunday April 16, 2023
7.30 a.m. Holy Mass
10.00 a.m. Holy Mass
La Bella Flor
La bella flor que en el suelo
plantada se vio marchita
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.
De tierra estuvo cubierto,
pero no fructificó
del todo, hasta que quedó
en un árbol seco injerto.
Y, aunque a los ojos del suelo
se puso después marchita,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.
Toda es de flores la fiesta,
flores de finos olores,
más no se irá todo en flores,
porque flor de fruto es ésta.
Y, mientras su Iglesia grita
mendigando algún consuelo,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.
Que nadie se sienta muerto
cuando resucita Dios,
que, si el barco llega al puerto,
llegamos junto con vos.
Hoy la cristiandad se quita
sus vestiduras de duelo.
Ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.
II Domingo de Pascua (2023)
Ulyana Tomkevych, Jesús se aparece a los apóstoles, tempera sobre madera.
Aterrados por la ejecución de Jesús, los discípulos están, sí reunidos, pero en realidad escondidos. Jesús no está con ellos. En la comunidad hay un vacío que nadie puede llenar. Les falta Jesús. ¿A quién seguirán ahora? ¿Qué podrán hacer sin él? Está anocheciendo en Jerusalén y también en el corazón de los discípulos. Dentro de la casa, están con las puertas cerradas. Es una comunidad sin misión y sin horizonte, encerrada en sí misma, sin capacidad de acogida. Nadie piensa ya en salir por los caminos a anunciar el reino de Dios y curar la vida. Con las puertas cerradas no es posible acercarse al sufrimiento de las gentes. Los discípulos están llenos de miedo a los judíos. Es una comunidad paralizada por el miedo, en actitud defensiva. Solo ven hostilidad y rechazo por todas partes. Con miedo no es posible amar el mundo como lo amaba Jesús, ni infundir en nadie aliento y esperanza. De pronto, Jesús resucitado toma la iniciativa. Viene a rescatar a sus seguidores. Entra en la casa y se pone en medio de ellos. La pequeña comunidad comienza a transformarse. Del miedo pasan a la paz que les infunde Jesús. De la oscuridad de la noche pasan a la alegría de volver a verlo lleno de vida. De las puertas cerradas van a pasar pronto a la apertura de la misión. Jesús les habla poniendo en aquellos pobres hombres toda su confianza: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. No les dice a quién se han de acercar, qué han de anunciar ni cómo han de actuar. Ya lo han podido aprender de él por los caminos de Galilea. Serán en el mundo lo que ha sido él. Jesús conoce la fragilidad de sus discípulos. Muchas veces les ha criticado su fe pequeña y vacilante. Necesitan la fuerza de su Espíritu para cumplir su misión. Por eso hace con ellos un gesto especial. No les impone las manos ni los bendice como a los enfermos. Exhala su aliento sobre ellos y les dice: “Recibid el Espíritu Santo”. Solo Jesús salvará a la Iglesia. Solo él nos liberará de los miedos que nos paralizan, romperá los esquemas aburridos en los que pretendemos encerrarlo, abrirá tantas puertas que hemos ido cerrando a lo largo de los siglos, enderezará tantos caminos que nos han desviado de él. Lo que se nos pide es reavivar mucho más en toda la Iglesia la confianza en Jesús resucitado, movilizarnos para ponerlo sin miedo en el centro de nuestras parroquias y comunidades, y concentrar todas nuestras fuerzas en escuchar bien lo que su Espíritu nos está diciendo hoy a sus seguidores y seguidoras • AE
LA MEDITACION DE LA ESPOSA 