Ash Wednesday (2024)

G. Rouault, Seigneur, c’est vous, je vous reconnais, de su obra Miserere, Fundación Georges Rouault (Paris)

Dios no se cansa de nosotros. Acojamos la Cuaresma como el tiempo fuerte en el que su Palabra se dirige de nuevo a nosotros: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2). Es tiempo de conversión, tiempo de libertad. Jesús mismo, como recordamos cada año en el primer domingo de Cuaresma, fue conducido por el Espíritu al desierto para ser probado en su libertad.

Durante cuarenta días estará ante nosotros y con nosotros: es el Hijo encarnado. A diferencia del Faraón, Dios no quiere súbditos, sino hijos. El desierto es el espacio en el que nuestra libertad puede madurar en una decisión personal de no volver a caer en la esclavitud.

En Cuaresma, encontramos nuevos criterios de juicio y una comunidad con la cual emprender un camino que nunca antes habíamos recorrido. Esto implica una lucha, que el libro del Éxodo y las tentaciones de Jesús en el desierto nos narran claramente. A la voz de Dios, que dice: «Tú eres mi Hijo muy querido» (Mc 1,11) y «no tendrás otros dioses delante de mí» (Ex 20,3), se oponen de hecho las mentiras del enemigo. Más temibles que el Faraón son los ídolos; podríamos considerarlos como su voz en nosotros. El sentirse omnipotentes, reconocidos por todos, tomar ventaja sobre los demás: todo ser humano siente en su interior la seducción de esta mentira. Es un camino trillado. Por eso, podemos apegarnos al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra posición, a una tradición e incluso a algunas personas. Esas cosas en lugar de impulsarnos, nos paralizarán. En lugar de unirnos, nos enfrentarán.

Existe, sin embargo, una nueva humanidad, la de los pequeños y humildes que no han sucumbido al encanto de la mentira. Mientras que los ídolos vuelven mudos, ciegos, sordos, inmóviles a quienes les sirven (cf. Sal 115,8), los pobres de espíritu están inmediatamente abiertos y bien dispuestos; son una fuerza silenciosa del bien que sana y sostiene el mundo. Es tiempo de actuar, y en Cuaresma actuar es también detenerse. Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo. Por eso la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura, de vaciamiento: fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan. Entonces el corazón atrofiado y aislado se despertará. Por tanto, desacelerar y detenerse. La dimensión contemplativa de la vida, que la Cuaresma nos hará redescubrir, movilizará nuevas energías. Delante de la presencia de Dios nos convertimos en hermanas y hermanos, percibimos a los demás con nueva intensidad; en lugar de amenazas y enemigos encontramos compañeras y compañeros de viaje •

(Extracto del Mensaje para la Cuaresma del 2024 del Santo Padre Francisco; el texto completo puede leerse AQUI)


St. Dominic Catholic Church • Ash Wednesday 2024 Schedule

MORNING

6.30 a.m. Liturgy of the Word and distribution of Ashes

8.30 a.m. Holy Mass and distribution of Ashes

AFTERNOON

12.15 p.m. Liturgy of the Word and distribution of Ashes

5.00 p.m. Liturgia de la Palabra e imposición de la ceniza (Español)

6.00 p.m. Liturgy of the Word and distribution of Ashes

7.00 p.m. Liturgia de la Palabra e imposición de la ceniza (Español)

8.00 p.m. Liturgy of the Word and distribution of Ashes


Attende Domine

Attende, Domine is a Christian liturgical chant for the season of Lent, referred to in English as the Lent Prose. The themes of this hymn are the sinfulness of man and the mercy of God, a theological concept emphasised during Lent. The text is Mozarabic in origin and dates to the 10th century, and is sung to a Mode V Gregorian melody • AE

℟. Hear us, O mighty Lord,show us your Mercy: Sinners we stand before you.

  1. To thee, Redeemer, on thy throne of glory:
    lift we our weeping eyes in holy pleadings:
    listen, O Jesu, to our supplications. ℟.
  2. O thou chief cornerstone, right hand of the Father:
    way of salvation, gate of life celestial:
    cleanse thou our sinful souls from all defilement. ℟.
  3. God, we implore thee, in thy glory seated:
    bow down and hearken to thy weeping children:
    pity and pardon all our grievous trespasses. ℟.
  4. Sins oft committed now we lay before thee:
    with true contrition, now no more we veil them:
    grant us, Redeemer, loving absolution. ℟.
  5. Innocent, captive, taken unresisting:
    falsely accused and for us sinners sentenced,
    save us, we pray thee, Jesu our Redeemer. ℟.

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