
E. Cajés, The Assumption of the Virgin Mary (1603), oil on canvas, Museo Nacional del Prado (Spain)
Today, with the universal Church, we affirm our belief that Mary, the Mother of God is the perfect model of Christian life, who was preserved from the corruption of the grave and who is the Queen of Heaven and Earth. On this Solemnity, we are also reminded that our destiny lies beyond the grave and each day we are being called to eternity. For that reason, we said these words in our Opening Prayer: “Always attentive to the things that are above, may we merit to be sharers of Mary’s glory.” We cannot assume that we will go to heaven. We must strive daily to cooperate with the Lord’s grace so that we may be prepared on the day He calls us to Himself. Mary shows us the way: Like her, we must, “proclaim the goodness of the Lord and rejoice in God our Savior. Like her, we must with profound trust say daily: “Let it be done to me according to your word.” In other words, as humble and faithful disciples our souls must magnify—not ourselves, but the One is Lord, the Son of God, the Son of Mary. How blessed are we that from the Cross he gave Mary to us as our Mother to guide us on our earthly journey and to the ultimate goal for which we long. Just yesterday we celebrated the Feast of St. Maximilian Kolbe who offered us this sound advice: “We should let ourselves be guided by Mary and rest quiet and secure in her hands. She will watch out for us; provide for us; answer our needs of body and spirit and dissolve all our difficulties and worries” Mary, Queen of Heaven and Earth, pray for us today and always. Amen • AE

Solemnidad de Asunción de la Santísima Virgen María (2024)

B. Gennari, La Asunción de la Virgen María (1700), oleo sobre tela, Museo Nacional del Prado (Madrid)
La fiesta de hoy, por las lecturas mejor proclamadas que nunca, debería contagiarnos esperanza. La Asunción es un grito de fe en que es posible la salvación y la felicidad: que es verdad el programa salvador de Dios. Es una respuesta a los pesimistas, que todo lo ven negro. Es una respuesta al hombre materialista, que no ve más que los factores económicos o sensuales: algo está presente en nuestro mundo que trasciende nuestras fuerzas y que lleva más allá. La Asunción de María Santísima es la prueba de que el destino del hombre no es la muerte, sino la vida. Y, además, que es toda la persona humana, alma y cuerpo, la que está destinada a la vida total, subrayando también la dignidad del cuerpo humano. En María Santísima ya ha sucedido. En nosotros no sabemos cómo y cuándo sucederá, pero tenemos plena confianza en Dios: lo que ha hecho en ella quiere hacerlo también en nosotros. Cada vez que participamos en la Eucaristía, elevamos a Dios nuestro canto de alabanza, exactamente como hizo la Santísima Virgen con su Magníficat. La plegaria eucarística es como un Magníficat prolongado por la historia de amor y salvación que va construyendo Dios. Cada vez que participamos en la Eucaristía recibimos como alimento el Cuerpo y la Sangre del Señor Resucitado de quien nos había dicho «Quien come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna y yo le resucitaré el último día». La Eucaristía es como la semilla y la garantía de la vida inmortal para los seguidores de Jesús. Por tanto, de alguna manera, también nosotros estamos recorriendo el camino hacia la gloria, como la que ya conseguido María, la Madre. Cada Eucaristía nos acerca al misterio de la Asunción. Si la celebramos bien, con amor y devoción, vamos pues por buen camino • AE

El Akathistos
El Himno Akátistos es la más grande composición mariana de la Iglesia de oriente, y una de las más grandes de todos los tiempos. Ha gozado siempre de gran estima entre los fieles lo que se refleja en el hecho de que su uso litúrgico se haya mantenido inintemunpido durante mil quinientos años. Según el relato del Synaxario el himno fue creado para agradecer a la Madre de Dios su protección sobre la ciudad de Constantinopla ante el ataque de los bárbaros. Según el mismo relato su peculiar nombre se debe a que el pueblo, careciendo de espacio para sentarse, permanecía de pie toda la velada y en adelante escucharla siempre este himno en esa posición en honor a la Virgen defensora• AE