
Workshop of Fernando Gallego, The Healing of the Blind Bartimaeus (1480), oil on panel, The University of Arizona, Museum of Art
Bartimaeus, the blind man of today’s Gospel, was dependent on others for sight. But he could hear well. He heard that Jesus of Nazareth was passing by, so he called out to him. He was healed. And then, Bartimaeus did something a blind person cannot do. He followed Jesus, not just figuratively, but literally. Bartimaeus walked behind Jesus along with the other disciples of the Lord. The first reading from the Prophet Jeremiah tells us that a day will come when the lame will walk and the blind will see. That day began with the Lord. Certainly, this is one of the teachings in today’s Gospel. Bartimaeus sees. The great days that Jeremiah had prophesied had begun. But this Gospel reading is deeper than a demonstration of the powers of the Messiah to give sight to the blind. It is speaking about seeing with the eyes of faith. Bartimaeus saw with the Lord’s eyes even before the Lord healed him. He called out, “Son of David, have mercy on me.” He saw with the eyes of faith. His faith resulted in his seeing with his physical eyes. Then, Bartimaeus followed Jesus. The blind cannot follow someone. Can you imagine the joy that Bartimaeus must have had to be able to follow someone on his own, without being led?
But the reading has a deeper level. Those whose souls are blind to the Presence of God cannot follow him. Only those who are willing to take a step of faith, a leap of faith, and seek out the Lord can follow Him. We are those people. We are the ones who had been in darkness and who now have light. We have been entrusted with a treasure, the very presence of the Lord. When we feel we are lost, then, we need to get back to basics. Jesus has brought profound joy to our lives. He has given us sight. We can see where we need to go. We can follow Him. We can go to that place where all happiness dwells. Our joy is realizing that like Bartimaeus we are not blind any more. We can follow the One who gives Light to our lives • AE


St. Joseph Catholic Church (Dilley, TX) • Weekend Schedule

Fr. Agustin E. (Parish Administrator)
Saturday October 26, 2024.
9.00 a.m. Eucharistic celebration at the Archdiocesan Assembly (St. Mary´s University, San Antonio, TX)
5.00 p.m. Sacramento de la Confesión
6.00 p.m. Santa Misa.
Sunday, October 27, 2024
8.00 a.m. Sacrament of Reconciliation
8.30 a.m. Holy Mass.
10.30 p.m. Sacrament of Reconciliation.
11.00 a.m. Holy Mass.
XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

H. Chappuzeau, Ulises, sirenas y delfines (2017), Museo de Arte Contemporáneo Parque Forestal, Santiago de Chile.
Tener vida no significa necesariamente vivir. Para vivir es necesario amar la vida, liberarse día a día de la apatía, no hundirse en el sinsentido, no ceder ante el canto de las sirenas, como le pasó Ulises. Los hombres somos seres inacabados, llamados a renovarnos y crecer constantemente. Por eso, nuestra vida comienza a echarse a perder en el momento en que nos detenemos pensando que todo ha terminado. Garaudy decía que lo más terrible que le puede suceder a un hombre es sentirse acabado.
El mundo en el que vivimos nos abruma con toda clase de recetas para vivir mejor, estar en forma y lograr un bienestar que dure. Pero sabemos por experiencia que la vida no es algo que nos viene desde fuera. Cada uno hemos de descubrirla y alimentarla en lo más hondo de nosotros mismos, por eso la importancia de cuidar el deseo de vivir. Es un error pensar que todo se ha acabado o que es inútil seguir luchando. En nuestro bautizo recibimos una buena dosis de esperanza. Para cada uno de nosotros, la vida sólo termina en el momento en que decidimos dejar de vivir, cuando nos damos por vencidos. Otra equivocación es replegarse sobre uno mismo y encerrarse en los propios problemas. Sólo vive intensamente el que sabe interesarse por la vida de los demás. Quien se esconde detrás de su egoísmo y permanece indiferente ante todo lo que no sean sus cosas, corre el riesgo de matar la vida. El amor renueva a las personas, el egoísmo las seca. “Mi madre solía que el amor nunca se malgasta, aunque no te lo devuelvan en la misma medida que te mereces o deseas. -Déjalo ir a raudales. -decía- Abre tu corazón y no tengas miedo de que te lo rompan. Los corazones rotos se curan. Los corazones protegidos acaban convertidos en piedra” (Penélope Stokes J, Heartbreak Cafe) Es también importante vivir hasta el fondo, no quedarnos en la corteza, reafirmar a diario en el silencio de la oración nuestras convicciones más profundas. Hay momentos en que, para sentimos de nuevo vivos, es necesario despertar nuestra fe en Dios, descubrir de nuevo nuestra alma, recuperar la oración.
El evangelista, al relatarn este precioso episodio de la curación de Bartimeo, lo describe con tres rasgos que caracterizan bien al hombre acabado. Bartimeo es un hombre ciego al que le falta luz y orientación. Está sentado, incapaz ya de dar más pasos. Se encuentra al borde del camino, es decir, descaminado: sin una trayectoria en la vida. Sin embargo dentro de él hay una fe que le hace reaccionar. Bartimeo percibe que Jesús no está lejos, y entonces pide a gritos su ayuda. Escucha la llamada del Maestro, se pone en sus manos y le invoca confiado y sencillo: Señor que vea.
A nadie se le puede convencer desde fuera para que crea. Para descubrir la verdad, cada uno tenemos que experimentar que Cristo siempre está cerca, y que la fe -que también recibimos en el bautismo- ayuda a vivir de una manera más gozosa, más intensa y más joven. Mas mejor, que diría el ranchero • AE

¿Lecturas para el otoño?


