
Caravaggio, The Calling of Saint Matthew (1599), oil on canvas, San Luigi dei Francesi Church (Rome)
Trust is a central theme in our faith. Jeremiah the prophet tells us that those who trust in human strength alone are like dry shrubs in the desert, but those who trust in the Lord are like trees planted by the water, never fearing the heat or drought. In today’s gospel Jesus speaks to the crowd and tells them that the poor, the hungry, and those who weep are blessed, while those who rely on their wealth and comfort should be cautious. These readings remind us that true happiness is found in God, not in power or riches. Pope Francis, in Evangelii Gaudium, invites us to rediscover the joy of the Gospel. He reminds us that faith is not just about following rules but about trusting in God’s love and sharing that love with others. Like the tree in Jeremiah, we must be deeply rooted in faith so that even in difficult times, we continue to bear fruit. Evangelii Gaudium calls us to go beyond ourselves, to serve the poor and marginalized, and to find joy in sharing our blessings.
Art often reflects this theme of trust and divine providence. Take, for example, Caravaggio’s The Calling of Saint Matthew. The painting captures a moment of decision, of being called out of comfort and into a life of faith. Matthew, a tax collector, was surrounded by money, yet Jesus invited him to something greater. Like in Luke’s Gospel, we are reminded that trusting in God’s call leads us to a fuller life.
In music, Johann Sebastian Bach’s Jesu, Joy of Man’s Desiring captures the peace and joy that comes from a heart centered on God. Its gentle and flowing melody lifts the soul, much like the tree planted by the water in Jeremiah. In literature, The Brothers Karamazov by Dostoevsky wrestles with questions of faith, doubt, and where true joy is found. The characters struggle between worldly success and deep, sacrificial love, mirroring Jesus’ teachings in Luke.
Today, as we reflect on these readings, let us ask ourselves: where do we place our trust? Are we like the dry shrub in the desert, or like the tree nourished by living waters? Do we seek happiness in fleeting things, or do we root ourselves in the joy of the Gospel? May we take inspiration from Jesus’ words, from Pope Francis’ call to mission, and from the beauty of art, music, and literature, all pointing us toward a life of deeper faith and joy • AE

St. Joseph Catholic Church (Dilley, TX) • Weekend Schedule

Fr. Agustin E. (Parish Administrator)
Saturday, February 15, 2025.
5.00 p.m. Sacramento de la Confesión
6.00 p.m. Santa Misa.
Sunday, February 16, 2025
8.00 a.m. Sacrament of Reconciliation
8.30 a.m. Holy Mass.
10.30 p.m. Sacrament of Reconciliation.
11.00 a.m. Holy Mass.
VI Domingo del TIempo Ordinario (Ciclo C)

Luisa Rivera, ilustración para Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez, en una edición que celebra los 50 años de la publicación original del libro.
Las bienaventuranzas son el corazón del Evangelio, esa invitación de Jesús a encontrar la verdadera felicidad en caminos que el mundo muchas veces desprecia. «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos», nos dice el Señor, y el papa Francisco, en Evangelii Gaudium, nos recuerda que los pobres tienen mucho que enseñarnos, porque conocen el sufrimiento, pero también la alegría sencilla de quien confía en Dios. No se trata solo de darles algo, sino de aprender de ellos, de dejarnos evangelizar por su testimonio.
La verdadera felicidad no está en la acumulación ni en la apariencia, sino en el servicio y en la entrega. En la Capilla Sixtina, Miguel Ángel pintó el Juicio Final, donde Cristo no aparece como un juez severo, sino como el Señor que llama a la vida. En ese fresco, los bienaventurados no son los poderosos, sino los que han amado con sencillez. Esto nos hace pensar en las palabras del Concilio Vaticano II, que nos invita a ser una Iglesia pobre y para los pobres, una comunidad que no teme ensuciarse las manos con la realidad del mundo. Los que lloran, los misericordiosos, los perseguidos por causa de la justicia… Jesús promete consuelo y plenitud a quienes siguen su camino. En Evangelii Gaudium, el Papa insiste en que no podemos ser cristianos con cara de funeral, sino discípulos llenos de la alegría del Evangelio. Como en los versos de Cien años de soledad, donde los personajes viven con la certeza de que la historia se repite, pero al final siempre hay una esperanza escondida en lo inesperado, así también la fe nos invita a confiar en que Dios tiene la última palabra.
San Óscar Romero, mártir de América, entendió esto bien. Supo que la vida cristiana no se mide en éxitos humanos, sino en fidelidad al Evangelio. Y aunque su vida terminó en un acto de violencia, su mensaje sigue vivo: la Iglesia debe ser voz de los que no tienen voz, debe estar donde hay sufrimiento y donde se necesita esperanza. Ser bienaventurado es abrazar la vida con confianza, con misericordia, con sed de justicia y con el corazón limpio. Y eso, aunque a veces parezca locura, es el verdadero camino a la felicidad • AE

Música para el alma
Jesús, alegría de los hombres (título original en alemán: Jesus bleibet meine Freude, Jesús sigue siendo mi alegría) es el décimo movimiento de la cantata Herz und Mund und Tat und Leben (BWV 147) del compositor alemán Johann Sebastian Bach, escrita durante su primer año en Leipzig, Alemania. Hoy en día, es una de las piezas más conocidas de la música clásica, y generalmente se interpreta con un tempo lento, en contraposición a lo anotado por Bach originalmente. El texto es simple y sencillamente maravilloso:
Jesús sigue siendo mi alegría,
consuelo y bálsamo de mi corazón.
Jesús me defiende de toda pena.
Él es la fuerza de mi vida,
el gozo y el sol de mis ojos,
el tesoro y la delicia de mi alma;
por eso no quiero dejar ir a Jesús
fuera de mi corazón y de mi vista