The Commemoration of All the Faithful Departed(All Souls) 2025

Priamo della Quercia, La Divina Commedia di Dante, Inferno, Canto XX: The Diviners (15th century), The British Library (London)

This year, the Commemoration of All the Faithful Departed falls on a Sunday. The rhythm of our weekly gathering and the memory of our beloved dead suddenly meet at the altar. It feels less like an interruption and more like a reminder: resurrection is not a marginal note in Christian life, but its very center. The Gospel speaks into this moment: “I will not reject anyone who comes to me… This is the will of my Father, that everyone who sees the Son and believes in him may have eternal life, and I shall raise him on the last day.” These words are meant to be heard when we carry absence in our hearts. They are Christ’s way of saying: you, and those you love, are never forgotten. Dante knew something of this tension. In the Divine Comedy, he describes the journey of souls through shadow into light, always drawn forward by Love. The final line—“the Love that moves the sun and the other stars”—is less poetry than theology. It is the same Love Christ reveals today: the Father’s will that none should be lost. And sometimes music makes that promise more tangible than words. Mozart’s Requiem gives voice to both sides of the human heart: the terror of judgment in the Dies Irae, and the luminous hope of the Lux Aeterna. Listening, one discovers that even grief can carry a hidden radiance—because in Christ, death has already been answered by resurrection. So as we pray this Sunday for all the faithful departed, we hold fast to this promise: I will not reject anyone who comes to me. In that assurance, our mourning becomes intercession, and our intercession becomes hope • AE

Mozart’s Requiem in D minor is one of the most powerful pieces of sacred music ever composed. Written in 1791, during the final months of his life, it remained unfinished at his death and was later completed by his student Franz Xaver Süssmayr. The work is filled with both drama and consolation: the thunder of the Dies Irae captures humanity’s fear of judgment, while the gentle Lacrimosa and Lux Aeterna breathe hope in God’s mercy. Far more than a funeral mass, the Requiem is a prayer set to music—a cry of the human heart that moves from darkness to light, from mortality to the promise of eternal life.


St. Joseph Catholic Church (Dilley, TX) • Weekend Schedule

Fr. Agustin E. (Parish Administrator)

Saturday, November 1, 2025.

10.00 a.m. Solemnity of All Saints (not a holiday of obligation on 2025)

5.00 p.m. Sacramento de la Confesión

6.00 p.m. Santa Misa.

Sunday, November 2, 2025

The Commemoration of All the Faithful Departed
(All Souls)

8.00 a.m. Sacrament of Reconciliation

8.30 a.m. Holy Mass.

10.30 p.m. Sacrament of Reconciliation.

11.00 a.m. Holy Mass.


Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos (2025)

Andrea Mantegna, Cristo desciende al Limbo (1470–1475), óleo sobre tabla, Barbara Piasecka Johnson Collection, en préstamo a la Colección Frick (Nueva York)

El Evangelio de este domingo, en que conmemoramos a todos los fieles difuntos nos ofrece una promesa que atraviesa la niebla de la muerte: “La voluntad de mi Padre es que todo el que ve al Hijo y cree en Él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.” La fe cristiana no es una teoría acerca del más allá, sino una certeza fundada en Cristo resucitado. Cuando nos reunimos para rezar por nuestros difuntos, no lo hacemos para calmarnos con palabras bonitas, sino para afirmar algo mucho más radical: que el amor de Dios es más fuerte que la muerte. Hay un aspecto profundamente humano en esta liturgia. Recordar a los que se han ido despierta lágrimas y vacíos. Pero en el corazón de la Iglesia, esas lágrimas se convierten en oración. Somos un pueblo que no llora solo: nuestras voces se entrelazan en la Eucaristía y en la intercesión, convencidos de que el vínculo con quienes nos precedieron no se rompe, sino que se transforma. La literatura también lo intuyó. En las páginas de Pedro Páramo, Juan Rulfo nos muestra un pueblo habitado por voces de los muertos, un espacio donde el pasado no deja de hablar. Aunque esa obra está marcada por el desgarro y la desolación, la fe nos enseña a escuchar esas mismas voces con esperanza: no como ecos de condena, sino como llamados a la comunión definitiva que Cristo promete. Y la música puede llevarnos aún más lejos. Brahms, en su Requiem Alemán, no siguió el esquema litúrgico del réquiem católico, sino que eligió pasajes de la Escritura que hablan de consuelo y vida. En lugar de comenzar con el “día de la ira”, abre con palabras luminosas: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.” La obra entera es una meditación en música sobre la esperanza que brota en medio del duelo. Escuchándola, comprendemos que la fe no niega el dolor, pero lo transforma en confianza. Por eso este domingo, que une el ritmo habitual de la Misa dominical con la memoria de todos los fieles difuntos, no es un día de luto sin salida. Es una proclamación de fe: Cristo no rechaza a nadie que viene a Él. Y si nuestro corazón sigue recordando con nostalgia a quienes amamos, es porque Dios mismo nos hizo para reencontrarnos en la vida eterna. Hoy, entre lágrimas y oraciones, repetimos con confianza la certeza más simple y más grande: Él nos resucitará en el último día • AE

El Réquiem Alemán de Johannes Brahms (1868) no sigue la misa de difuntos tradicional, sino que reúne textos bíblicos que hablan de consuelo y esperanza. En lugar de comenzar con el temor del juicio, se abre con una bienaventuranza: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.” Es una obra escrita más para los vivos que para los muertos: música que abraza el dolor, lo eleva, y lo convierte en confianza. Una oración en notas que nos recuerda la promesa de Cristo: “Yo lo resucitaré en el último día.” La versión que compartimos aquí está dirigida por el gran Herbert von Karajan, grabada en el Großes Festspielhaus de Salzburgo en 1978, una de las interpretaciones más intensas y conmovedoras de esta obra.


¿Qué Lees?


Thirtieth Sunday in Ordinary Time (Cycle C)

Anonymous Orthodox Iconographer (Contemporary), The Pharisee and the Publican,
Icon on wood and tempera (Private collection).

Two men pray in the temple: one tall with pride, the other bowed in shame. The Pharisee boasts of his fasting and tithing; the tax collector can only beg for mercy. And it is the broken man, not the perfect one, who goes home justified. Oscar Wilde once wrote in De Profundis: “Where there is sorrow, there is holy ground.” That single sentence shines light on the Gospel. The Pharisee’s prayer is polished but hollow; the tax collector’s sorrow is messy but real. God listens to the ground where sorrow and honesty meet. Joseph Haydn captured something similar in his The Creation. The music shifts from chaos to light, from confusion to order. It reminds us that God shapes beauty out of weakness, not out of human pride. The low notes of humility are the soil where grace takes root. Jesus’ words echo across the centuries: “Whoever exalts himself will be humbled, and whoever humbles himself will be exalted.” The way up is always the way down AE


St. Joseph Catholic Church (Dilley, TX) • Weekend Schedule

Fr. Agustin E. (Parish Administrator)

Saturday, October 25, 2025.

11.00 a.m. St. Joseph Catholic Church Bingo 2025

5.00 p.m. Sacramento de la Confesión

6.00 p.m. Santa Misa.

Sunday, October 26, 2025

8.00 a.m. Sacrament of Reconciliation

8.30 a.m. Holy Mass.

10.30 a.m. Sacrament of Reconciliation.

11.00 a.m. Holy Mass.


XXX Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo C)

L. Alenza y Nieto, Leonardo, Borracho (hacia 1835), óleo sobre cartón, Museo Nacional del Prado (Madrid)

El Evangelio de hoy nos presenta dos hombres en el templo, dos oraciones, dos corazones. El fariseo se planta seguro de sí mismo, convencido de que su disciplina y sus obras lo colocan por encima de los demás. El publicano, en cambio, permanece al fondo, con la mirada baja y el pecho golpeado por la conciencia de su pecado. Solo alcanza a decir: “Ten piedad de mí, Señor, que soy un pecador”. Y es él, no el fariseo, quien vuelve a casa justificado. La paradoja del Reino está aquí con toda claridad: no es la apariencia de virtud lo que salva, sino la verdad de un corazón quebrantado. El fariseo cree presentarle a Dios un trofeo, pero en realidad solo se escucha a sí mismo. El publicano no tiene méritos que exhibir, y sin embargo encuentra lo que más necesitamos: misericordia. Este contraste lo retrató con hondura Graham Greene en El poder y la gloria. Su “cura whisky” es un sacerdote débil, marcado por la culpa, que parece indigno de su ministerio. Pero es justamente en esa grieta donde se abre paso la gracia, en oposición a otros personajes “intachables” que carecen de compasión. Greene nos recuerda que Dios prefiere la verdad herida a la perfección fingida. La música también sabe expresar esta verdad. En las Vísperas de la Beata Virgen de Monteverdi, la súplica “Audi coelum” sube al cielo con un equilibrio sorprendente de majestad y fragilidad. La melodía no presume, sino que se abre paso como un ruego humilde, casi tembloroso. Es el eco sonoro del publicano: un canto que no confía en sí mismo, sino en la bondad de Dios que escucha. Jesús concluye: “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. No es una amenaza, sino la lógica del amor divino: quien reconoce su pobreza encuentra la riqueza del perdón, y quien se desarma delante de Dios termina sostenido por Él AE


¿Qué lees?


Twenty-ninth Sunday in Ordinary Time (Cycle C)

A. Wyeth, Wind from the Sea (1947), tempera on hardboard, National Gallery of Art (Washington)

In today´s gospel Jesus tells of a widow who refuses to give up, who keeps coming back until even a corrupt judge relents. It is a striking image of prayer—not elegant, not serene, but stubborn. And then the surprise ending: “When the Son of Man comes, will he find faith on earth?” That last question turns everything around. God’s fidelity is not in doubt. The fragile thing is ours. Faith is not measured by a moment of inspiration, but by whether we endure in the long, silent stretches when nothing seems to move. Virginia Woolf once wrote in The Waves: “I am rooted, but I flow.” That is close to the texture of faith: anchored in God, yet moving through days that rise and fall, sometimes bright, sometimes unbearably gray. Prayer becomes less about obtaining results than about not letting the roots snap. A musical echo of this comes in Max Richter’s On the Nature of Daylight. It begins almost imperceptibly, strings unfolding in slow waves. It is music that aches but does not collapse, music that carries you forward even when the weight is heavy. It sounds like the widow’s footsteps—returning again and again, refusing to disappear. The Gospel leaves us with a question rather than an answer. That is intentional. Faith is never automatic; it is written line by line, day by day, prayer by prayer. The Son of Man’s question lingers in the air, and our perseverance is the only reply • AE


St. Joseph Catholic Church (Dilley, TX) • Weekend Schedule

Fr. Agustin E. (Parish Administrator)

Sunday, June 15, 2025

8.00 a.m. Sacrament of Reconciliation

8.30 a.m. Holy Mass.

10.30 a.m. Sacrament of Reconciliation.

11.00 a.m. Holy Mass.

5.00 p.m. Sacramento de la Confesión

6.00 p.m. Santa Misa.


XXIX Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo C)

J. Baptiste Santerre, Niña con una vela (c. 1700), óleo sobre lienzo, Museo Pushkin de Bellas Artes (Moscú)

Jesús narra la parábola de una viuda que no se cansa de insistir ante un juez injusto. Y cuando esperamos un final reconfortante, Él nos lanza una pregunta desconcertante: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” No pone en duda la fidelidad de Dios. Lo que está en juego es la nuestra. Porque la fe no se mide en los momentos de entusiasmo, sino en los largos silencios, cuando pareciera que nuestras súplicas no mueven nada. Ahí es donde la perseverancia se convierte en verdadera oración. Saramago, en ese libro tan polémico e incómodo llamado El Evangelio según Jesucristo, pone en boca de Jesús una frase inquietante: “El silencio de Dios es la respuesta de Dios.” Para el creyente, ese silencio no significa ausencia, sino prueba. Es el lugar donde la fe madura y se purifica, donde aprendemos a confiar no en lo que vemos, sino en Aquel que nunca abandona. Algo semejante transmite la música del Kaddish de Leonard Bernstein. Es una oración intensa, a veces casi de protesta, pero que nunca rompe el hilo del diálogo con Dios. Entre súplicas y tensiones, la melodía sostiene una certeza: seguir rezando, incluso entre lágrimas, ya es una forma de creer. La pregunta de Jesús queda abierta, como un eco que atraviesa los siglos. No basta responderla con palabras; se responde con la vida, con la perseverancia en la oración, con la fe que se mantiene en pie incluso cuando todo invita a rendirse. Así, cada uno de nosotros, con nuestra oración humilde y constante, puede adelantar la respuesta: “Sí, Señor. Cuando vengas, encontrarás fe en nosotros. Encontrarás fe en mi corazón” • AE

Leonard Bernstein estrenó en 1963 su Sinfonía n.º 3, “Kaddish”, una de sus composiciones más intensas y personales. El título alude a la oración judía que, aun en el duelo, proclama la grandeza de Dios. Bernstein la transformó en una pieza monumental para orquesta, coro, soprano y narrador. No es una recitación litúrgica, sino un diálogo apasionado con Dios, donde la alabanza convive con la protesta, la súplica con el reproche. Escrita en memoria de John F. Kennedy, la obra es a la vez lamento y esperanza, un acto de fe que no se rinde ni siquiera en medio de la oscuridad.


¿Quieres Leer?

El Papa León XIV publicó el 9 de octubre de 2025 su primera exhortación apostólica, Dilexi te (“Te he amado”), firmada en la fiesta de San Francisco de Asís. El texto, iniciado bajo el pontificado de Francisco y asumido ahora por León XIV, coloca en el centro el amor preferencial de Dios por los pobres. Con un tono firme y pastoral, subraya que la fe cristiana no puede separarse del compromiso con los más vulnerables y llama a la Iglesia entera a configurarse como una Iglesia para los pobres. Puedes leerla aqui.


Our Lady of the Pillar (October 12)

Among the many Marian titles cherished by the Church, Our Lady of the Pillar holds a special place in the history of Spain and beyond. The devotion traces its roots back to the earliest days of Christianity, to the Apostle James the Greater, who, according to tradition, was struggling in his missionary work in Zaragoza. In the year 40 A.D., the Blessed Virgin appeared to James while she was still alive in Jerusalem — a unique detail among Marian apparitions. She came to encourage the Apostle, standing upon a pillar of jasper, and asked him to build a chapel in her honor. From that pillar the devotion took its name, and from that moment Zaragoza became a place where heaven touched earth.

Through centuries, the shrine of Our Lady of the Pillar grew into one of Spain’s most beloved sanctuaries. Monarchs and saints came to pray there, and the faithful discovered in her presence both strength and consolation. She is honored not only as Patroness of Zaragoza, but also as Patroness of all Hispanic peoples. For this reason, her feast on October 12 coincides with the Día de la Hispanidad — a celebration of cultural and spiritual heritage across nations. Spiritually, the image of Mary on the pillar reminds us that faith is not something fleeting, but a firm foundation. Just as she encouraged James in his mission, she continues to sustain Christians in times of discouragement. To pause before her is to hear again the quiet words of a mother: “Do not give up; Christ is with you.”

La tradición cuenta que la Virgen María se apareció al apóstol Santiago en Zaragoza (España) cuando aún vivía en Jerusalén. Vino para sostener su misión, de pie sobre un pilar de jaspe, signo de la firmeza de la fe. Desde entonces, la basílica de El Pilar ha sido lugar de encuentro y de esperanza: los reyes, los pobres, los misioneros y los peregrinos acudieron a sus pies buscando fortaleza. No en vano, ella es patrona de España y de todos los pueblos hispanos. El Pilar nos recuerda que la fe no se sostiene en emociones pasajeras, sino en una roca firme: Cristo. Y que María, Madre de la Iglesia, nos alienta siempre a seguir caminando con confianza • AE

El ebro guarda silencio
Al pasar por el pilar
La virgen esta dormida, la virgen esta dormida
No la quiere despertar
Un carretero que viene
Cantando por el rabal
Lleva en su toldo pintada, lleva en su toldo pintada
Una virgen del pilar
Con trigo de cinco villas
Viene de sierra de luna
Y en los collerones lleva
Campanas, campanas, campanas las cinco mulas
Besos de nieve y de lumbre
Lleva el aire del moncayo
Y las mulas van haciendo
Heridas, heridas, heridas al empedrado
Cruzando el puente de piedra
Se oye una brava cancion
De las torres las campanas, de las torres las campanas
Estando canto oracion
Dos besos traigo en los labios
A mi virgen del pilar
Uno me lo dio mi madre, uno me lo dio mi madre
El otro mi soledad
El perro del carretero
Juega con la mula torda
Y es que saben que han llegado
Llegado, llegado, que han llegado a zaragoza
El ebro guarda silencio
Al pasar por el pilar
La virgen esta dormida
Dormida, dormida, no la quiere despertar


Twenty-eighth Sunday in Ordinary Time (Cycle C)

J. Christensen — Ten Lepers (2016 ), giclée on canvas, Private collection

Not every healing leads to salvation. Ten men were cleansed on the road to Jerusalem, but only one discovered the deeper miracle: he returned, gave thanks, and heard the words, “Your faith has saved you.” Gratitude is not an accessory virtue; it is the path into communion. This dynamic of suffering, recognition, and thanksgiving runs through our human story. Albert Camus, in The Plague, describes a city imprisoned by disease. Some survive, but remain unchanged. Others, touched by compassion, discover that even in the midst of affliction, the heart can learn to say yes to life. The Samaritan leper is that kind of figure: healed, but more importantly, awakened. Henryk Górecki’s Symphony of Sorrowful Songs carries the same truth in sound. Its slow movements begin in lament—like the cry of the lepers at a distance—but gradually rise into a fragile brightness. It is as if the music itself returns to give thanks, showing that gratitude can be born even out of sorrow. Pope Francis often reminded us that gratitude was the memory of the heart: the ability to recognize that everything is gift, and to let that recognition shape our lives. Without this memory, he warned, we risk being like the nine who walked away healed but unchanged. The nine received health. The one who returned received salvation. Gratitude did not just close his wounds; it opened his soul • AE


St. Joseph Catholic Church (Dilley, TX) • Weekend Schedule

Fr. Agustin E. (Parish Administrator)

Saturday, October 11, 2025

5.00 p.m. Sacramento de la Confesión

6.00 p.m. Santa Misa.

Sunday, October 12, 2025

8.00 a.m. Sacrament of Reconciliation

8.30 a.m. Holy Mass.

10.30 p.m. Sacrament of Reconciliation

11.00 a.m. Holy Mass

12.30 p.m. Sacrament of Baptism


XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Autor anónimo, Purificación de diez leprosos, manuscrito iluminado en el Codex Aureus Epternacensis, Museo Nacional Germano (Nuremberg)

Diez fueron curados, pero solo uno volvió. Y era extranjero. No fue la lepra lo que distinguió a los diez —todos la sufrían—, sino la capacidad de reconocer el don y regresar. Jesús muestra con fuerza que la salvación no se da solo en el milagro, sino en la gratitud que despierta el milagro. Dostoyevski lo intuyó en Los hermanos Karamázov: no basta sobrevivir al sufrimiento, hay que aprender a mirar la vida con gratitud. Iván, con sus preguntas desgarradas, representa a los nueve que siguieron su camino, sanos pero vacíos. Aliósha, en cambio, encarna al extranjero agradecido: descubre que la bondad pequeña y la ternura son más fuertes que la desesperanza. Su fe no nace de la ausencia de dolor, sino de la capacidad de agradecer aún dentro de él. Esa misma voz se escucha en el Magnificat de Bach. No es una gratitud tímida, sino un estallido de júbilo: un canto que reconoce la grandeza de Dios en medio de la pequeñez humana. Es Maria, la Madre de Jesus quien lo entona. Así suena el corazón del samaritano al caer a los pies de Jesús: su fe se convierte en música. Este domingo el evangelio nos deja frente al espejo: ¿somos de los nueve que reciben sin volver, o de ese único que regresa, que canta, que agradece? La salvación no está en haber recibido un don, sino en haber descubierto al Dador • AE


¿Qué lees?